Champions

El enterrador

31 marzo , 2014

En lo más alto de la élite nadie gana nada si no tiene un hambre de lustros. Esta máxima futbolera muy pocas veces ha dejado de cumplirse en la era del fútbol moderno, a penas en los raros instantes en que la superioridad de un equipo fue abrumadora (recuerden, nos pasó no hace tanto: Piqué vivía para el fútbol y era el mejor central del planeta). Como ustedes comprenderán, esta situación nos deja en franca desventaja ante el duelo de cuartos de final de la Liga de Campeones con el Atleti, porque los rojiblancos serán por siempre jamás el equipo que perdió con toda crueldad una Copa de Europa en el minuto 120 de la final a manos de un tal Schwarzenbeck

Este Atlético que parece salir cada noche al campo abroncado por Luis Aragonés y amenazado por el Cholo ya ha demostrado en el pasado que pega más y mejor que La Banda y que tiene más hambre que este Barça crepuscular. Además, hasta cinco de sus futbolistas -Courtois, Miranda, Godín, Arda y Koke- mejoran a los que el Barça sitúa en esas posiciones, y completa su catálogo de virtudes con una fe ciega en su idea de juego: cerrar espacios y salir a la contra. Simple y letal como un buen codazo a la salida de un córner.

Ante semejante alineación astral el Barça opone la grandeza de sus solistas. Ahí están el honoris causa Busquets, y un Iniesta que ha reencontrado con sus duendes interiores; por ahí asoma Neymar, un relámpago condenado a triunfar a pesar del absurdo runrún y de sus muy brasileños 21 años. Y sobre todo, ahí está La Bestia Parda, leyenda feliz en primavera, de quien resulta imposible asegurar que no concluirá la eliminatoria con seis goles en su haber para plantarse, por séptimo año consecutivo, en las semifinales de la mejor competición del planeta, su predilecta, la Champions.

Será pues un choque de mundos y de convicciones. No hay en Europa un tipo con más planta de enterrador que el tal Diego Costa, de quien, sería imposible aproximar su edad, situada en algún punto entre los 20 y los 80 años. La lógica de los ciclos y el hambre nos manda a la morgue. Pero de Messi hemos aprendido que no hay otra lógica que su pierna izquierda; nadie ha oficiado tantos funerales y su edad es la del mismo fútbol.

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