FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
«Los guerreros son hombres que defienden lo que es suyo, su casa, sus hijos, sus mujeres y sis cosechas, que acaban con otros que se presentan con intención de robárselos. Sin ellos, el mundo que vemos sería un lugar desierto, desolado, donde sólo escucharíamos lamentos».
La canción de la espada, Bernard Cornwell
El enemigo, señores, es aquel que observa tu hogar en la distancia con intenciones de destrucción. El enemigo es el que prepara un plan para entrar sin ser oído. El enemigo actuará la noche del sábado. El enemigo está acostumbrado a dar palos, a romper huesos, a lesionar, si es necesario, al genio del fútbol mundial.
El enemigo va de rojiblanco y lleva décadas acumulando un sordo rencor hacia ti. No es ninguna broma, ojo. La demoscopia dice que te odian más que a la infame Banda y la historia dice que les has destrozado en dos finales en los últimos tiempos: dinamita. El enemigo quiere veganza y ha afinado a Aduriz durante toda la temporada preparándole para hacer historia en el día del asalto.
El enemigo ad portas no tendrá piedad, qué enorme virtud futbolística. Su líder tiene nariz de boxeador de los años 30 y responde al nombre de Gurpegui. El enemigo odia Iniesta, que ya es odiar. Al enemigo, esta entrada con los tacos a la rodilla de Suárez le pareció tan correcta que se permitió pitar a El Hambre durante el resto del partido y despedir entre aplausos al carnicero de turno. El enemigo, en su honrada busca del mejor equipo posible dentro de su propio universo, ha logrado incluso producir un delantero negro.
El enemigo, permitan ustedes, es ese pueblo que estuvo tan de moda que se aficionó a los txuletones, los habanos, la obesidad mórbida y una renta por cápita líder en las iberias. Del enemigo alguien dijo alguien un día que perseguía lo mismo que tú. Mentía el uno, ladrón entre ladrones, mentía el otro, vividor consumado bajo la retórica de la txapela.
El enemigo dice arrastrar un cuarto de siglo de hambre, pero no teman: aun perdiendo, comerá el domingo kokotxas de bacalao a manos llenas y sin rebañarlas. El enemigo tiene un plan y vive aferrado a un catalejo para destrozarte en tu propia casa cuando se ponga el sol. Amigos, es una final, acepten un consejo: en un mundo donde existieron los maracanazos y las tragedias en campo propio, nada como meterse en la piel de Obdulio Varela para recibir al Athletic como guerreros. Píntense la cara, ajusten las espinilleras, y repítanse: somos el pueblo de Messi, esta noche sobrevivimos. Somos el pueblo de Messi y en la oscuridad de nuestras casas, olla en mano, os estamos esperando.
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