Actitud

Honda preocupación

20 agosto , 2016

Vuelve el fútbol, la vida vuelve al color y al surround stereo. Termina al fin la farsa de fingir interés por peña que rema en canoa o brujas armadas con raqueta y profusión de clips. Amigos, lo peor queda atrás. Vuelve La Liga y por ahí atruena ya el clamor del mejor momento del año: el de saber que Messi vuelve, y que tenemos otra larga temporada para disfrutarle y alargar nuestras vidas.

Esta felicidad llega este año acompañada de una honda preocupación. La de Jordi Alba, que sabe que tiene detrás a un chaval que no puede ser más serio, más reconcentrado, más consciente de la oportunidad que tiene. La de Mascherano, que sabe que la titularidad le va a costar más que el gritar en el vestuario y morder en los entrenamientos, y que deberá rendir también sobre el verde y demostrar que es mejor que un negro que le saca medio palmo. Preocupación tirando a acojone fuerte la de Rakitic, que sabe que en los partidos grandes ya no es segura su presencia. Para eso ha fichado el Barça a dos de los centrocampistas más prometedores de la Liga, para eso este año estará sano Rafinha. La acumulación de tíos en los volantes es tal que ni siquiera Iniesta, el número uno del planeta en la posición, puede estar tranquilo.

Preocupación honda, en suma, para los rivales del Barça, que han visto que entre Luis Enrique, Robert y el geriátrico de Ariedo y Charly han hecho los deberes. Si había una enorme dificultad en mejorar el once, por lo menos sí eran claramente mejorables los recambios. Y ahí ha llegado el desembolso, con acierto, con buen tino. Ay, los entrenamientos. Ay, la Ciutat Esportiva. Ay, del que se duerma. Observen que los únicos cinco futbolistas que no tendrán un recambio de nivel son Ter Stegen, Busi y las bestias. Justo y necesario.

Habrá, además, una plantilla de enorme nivel que evitará que uno llegue a los cruces de Champions con el once titular cansado de triunfos o partidos, una plantilla que debería evitar la cagada del año pasado. La palabra puede sonar dura, pero asumámoslo: viendo el nivel de unos y otros, viendo quiénes somos, fue un enorme error histórico no levantar la última Liga de Campeones con semejante equipo. Den por seguro que Zidane anda preocupado, y no sólo por el infame nivel de su multicampeón y fraudulento equipo. Lo cierto es que a pesar de haber ganado tanto nuestro Barça en la última década, lo normal, lo lógico, sería que este año celebráramos la séptima Liga en los últimos nueve años en la que es, con muchísimo, el mejor torneo local del mundo.

En el resto de competiciones es sabido que se necesita suerte y hambre: ahí el Barça tiene el plus del naufragio con el Atleti el pasado año y del crudelísimo triunfo blanco, un triunfo inmerecido y que sacia, sobradamente, las urgencias históricas de La Banda de toda una generación pero que, una vez se ha producido, sólo puede traernos cosas buenas a nivel de vestuario.

Amigos, preocúpense. No sabemos cuánta felicidad puede soportar nuestro baqueteado corazón. No sabemos cuántos alaridos nos esperan ni cuántos síndromes de Stendhal nos acechan en la profundidad del fútbol azulgrana. Preocúpense, porque corremos el riesgo real de perder el mundo de vista, de negarnos a abrazar a los familiares que están a nuestro cuidado, de olvidar ir al curro, de dejar de ingerir alimentos. Juega el Barça, ruge La Bestia y nuestra vida vuelve a ser la mejor que podíamos soñar.

Que se preocupe todo el planeta en pleno, que somos las de siempre, sólo que un poco más bitches: ahora lucimos rubio platino.

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