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Vendetta (III): El berrido es el mensaje

19 abril , 2017

Era la Nochevieja de 1961 y los romanos ya habían abierto sus ventanas para, nada más sonar la primera campanada de medianoche, tirar a la calle todos los muebles, chirimbolos y vajillas que ya no querían.

La mafia se sienta a la mesa, Jacques Kermoal y Martine Bartolomei

Ya asoma el miércoles, ese miércoles de mierda que podría pasar a convertirse en uno de los mejores días de nuestra vida. Uno comprende que están ustedes hartos de autoayuda, y de ilusiones adolescentes y de esa renuncia a la inteligencia y ese mentir sin pudor alguno.

Y seguramente tienen ustedes razón: de toda la vida de Dios, un 3-0 en la ida te entierra, de toda la vida de Dios que Buffon y Chiellini y la Italia toda no son la temblequante y barbilampiña banda de Emery. Miren ustedes: no les pedimos que nos compren alfombras, pero sí que se pongan ante el espejo y valoren todo el montón de mierda que vienen soportando.

Son ustedes personas que quincenalmente pasan por el penoso y humillante trámite de cortarse las uñas de los pies. No podrían vivir sin desodorante y sospechan, salta a la vista y a la nariz, que algo se ha podrido en su interior. Por no hablar de todos esos rituales estéticos -qué hay de malo en los pelos de la nariz, qué pasa con el entrecejo- que siguen a diario con la vana ilusión de follar. No, amigos, no se la harán.

No se detengan en eso, por favor. Vayamos a lo grave. Vayamos a esa vida familiar que es un cúmulo de frustraciones, silencios e incomprensión, a ese sacar la basura tres veces al día. Vayamos a esa pulsión homicida que late dentro de ustedes y que acaba degenerando en una sonrisa blanda en casa del cuñado los domingos. Hablemos del montón de años que siguieron órdenes, completaron los deberes, madrugaron para empollar y hacerse chuletas y sufrir como ratas y aprobar para forjarse un futuro.

Hablemos de ese futuro que es una hipoteca atroz que algún día acabarán de cenar y celebrarán con su parienta, calvo usted, con las carnes caídas ella, en que se darán la mano en la ilusión de que vuelva algún fulgor juvenil, alguna ilusión de ser alguien en la vida. Todo lo hicieron muy conscientes, terroríficamente conscientes, de que las posibilidades de acabar en cualquier cuneta de la vida matando el frío con un bric de cartón eran altísimas.

Hablemos de esa jornada laboral que acecha mañana, y pasado, y dentro de mil años, de ese jefe, ese mundo tan sórdido que parece un decorado. Hablemos de lo vergonzoso que es para ustedes, con lo que esperaban sus abuelas, lo listos que eran de niños, que deban sentirse agradecidos por ese jornal. Hablemos de ese terror a que algún sobrino les pregunte por qué no se cogen un año sabático, a ese pánico a que la loca del tercero, en el ascensor, les diga que qué esperan de la vida.

-Que ya te has fumado la mitad y menuda mierda.

Hagan todo eso ante el espejo y admitan que forman ustedes parte de una cultura castradora que les ha convertido en obedientes y funcionales eunucos, en hámsters de inconmovible resistencia. Admitan, en fin, que son ustedes gente temerosa de Dios.

Y cuando hayan acabado con los rayos X y hayan avistado todas las vergüenzas y absurdos que esconde su vida, no me digan que no les pide el cuerpo, cada puta célula del cuerpo, salir mañana a las 20.45 a gritar como simios ante el televisor, a chillar que están vivos y a proclamar que el berrido es el mensaje, y que habita en ustedes un mamífero follador, que son ustedes potenciales emperadores de la galaxia sin escrúpulos ni límites ni censura. Que tal vez no les fue bien siendo buenos niños y ejemplares ciudadanos.

Ustedes ya sospechan que la vida puede ser un lugar mejor. Por suerte o por desgracia, ese lugar es el fútbol, en una noche europea de abril, teniendo que remontar en el Camp Nou y jugando el azulgrana. No pierdan ese último rincón ilusión: Messi estará sobre el césped, y me cago en Dios que con el 4-0 se va por el balcón el sillón de la esquina, qué feo es el muy hijo de puta.

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