Los nuestros

Las notas (I). ERE defensivo

20 julio , 2018

Nuestros amigos los defensas. Estaba siendo un año primoroso, todo iba bien, había actitud y concentración y el equipo encajaba poquísimo. Iba todo tan jodidamente bien que en enero se largó Mascherano, heredero del Gran i Gloriós Capità a la hora de vetar centrales que llegaran para dejarle en su sitio, el banco, y uno no podía ser más optimista. Pero, oh, vaya. Ocurre que la línea en defensa la marca Piqué, un vividor de aquí te espero, y al bueno de Samu se le ha contagiado rápidamente y sin haber olido lo que son unas semifinales de Champions las ganas de gosar, ay, mi amol, que viva la vinotinto.

Y sí, la defensa acaba el año con sólo 42 goles encajados, 16 menos que un año atrás, hay que joderse, dos títulos ganados con la polla y una solvencia de la hostia, pero LA MASCHETÁSTASIS SHEGARÁ justo en el Olímpico de Roma. Y miren, amigos, desconocemos a qué profundidades de porno guarro de los 70 han descendido ustedes pero les diré que la cuádruple mamada con tea bag y pink eye aderezada con movidas raciales y profusión de melenas púbicas de la que fue objeto Dzeko, con Umtiti genuflexo, Piqué en modo perra aulladora y Alba haciendo el helicóptero con el ganchito, esa movida, decíamos, es de las cosas más terroríficas que uno ha presenciado nunca. Que Dzeko pareció Pelé, por dios. Y que como pueblo nos hemos dejado millones de euros en psicólogos preguntándonos cómo pudimos tirar una ocasión tan sencilla de llevar a La Bestia a semifinales, cuando la explicación es obvia: porque el equipo salió a arrastrarse (que no pasa nada, que aquello era la Roma con un 4-1) pero sobre todo porque Umtiti y Piqué se marcaron un Mascherano de época. Lo tiraron por la borda, y ya.

Que luego fueran justamente estos dos cretinos los que decidieron reírse de nosotros con el documental de Griezmann tiene una única salida: TRASPASAR. Es lástima que esta junta disfuncional que tenemos se haya quedado todos los vicios del nuñismo (y algunos del cartel de Sinaloa) pero ni uno sólo del giligilismo. Porque amigos, si hubiera justicia, si la Caverna mandara, sabe dios que ni Umtiti ni Piqué, además de otros saldos, volvían a vestir nunca más esta camiseta.

Ter Stegen. 8,5. Marido del año. Nuestro lúbrico matrimonio con Marc André ha vivido otro año feliz: sin peleas, sin cagadas en Vigo, paradones a tort i a dret, festival de unos para uno salvados y candidato ya a la capitanía del equipo. Recuerden que por él y por Rakitic pasan las escasas opciones de que Piqué vuelva a quedar fuera de ese honor. A Ter Stegen hay que agradecerle también cómo se va creyendo la movida Barça y que haya acometido proezas descomunales como pasear por Barcelona en patinete en busca del pan. Héroe.

Es cierto, eso sí, que echamos de menos un milagro en Roma. A los grandes se les pueden pedir estas cosas y mire, llevamos dos años seguidos cayendo en Europa sin que Iván Drago nos salve el culo en alguna. Hasta aquí el reproche: con los que respetan los colores somos amor.

Cillessen. 9. Yerno del año. Víctima del nivel del titular y de una bonhomía muy centroeuropea, Cillessen ha completado esta temporada la mejor que uno pueda recordarle a un portero suplente sin llegar a toserle a Ter Stegen. Al tío se le puede pedir muy poco, y hay que recordar su paradónes en Mestalla modelo brazo pelotari, o su acojonante asistencia a Coutinho en la final de Copa para que acabara marcando Suárez el 1-0. Por segundo año consecutivo, gana con un papel brillante la única competición que disputa, por segundo año consecutivo mantiene fuera del mapa cualquier sombra de relajación del primer portero.

Y sí, esto es un adiós porque lógicamente el hombre quiere ser titular en un equipo de Champions, tal es su nivel. Le tendremos siempre en nuestra vitrina de bons jans anónimos que vinieron a sumar a la causa; y si nos enseña el carnet y nos lo cuenta bien, lo tiene todo pagado por siempre jamás en esta ciudad.

Sergi Roberto. 9. Poor Chapi. En el año de su entrada en el pabellón de los dioses vivientes, Sergi Roberto marcó EL gol y dio cuatro asistencias. Un año después se ha mantenido en el golito y ha multiplicado por dos sus pases decisivos: por encima, en este apartado, sólo La Bestia Parda, Suárez y Alba. Poco más se le puede pedir a un lateral derecho: que no nos avergüence cada vez que toca el balón, que sepa lo que es un rondo, que comprenda que esto del fútbol no va sólo de correr y dar hostias.

La temporada ha sido, sin embargo, frustrante para él: se queja en privado de que quiere jugar de centrocampista (nota mental: recordarle que lo mío con Giselle, inexplicablemente, no llegó a buen puerto), se comió una roja de pardillo en una primera mitad de partido ante La Banda y Lopetegui le dejó sin Mundial en una decisión vergonzante, especialmente a la vista del trío blanco elegido. Esperemos que estas decepciones le hagan aún mejor, más hijoputa y seguro en defensa. Porque en efecto, defensa es lo que será: el recordatorio viviente de que al Chapi igual tenemos que bajarle del altar algún día. Y en este sentido conviene recordar que si hace un año había fallado en casi seis goles, esta tamporada no ha llegado a tres. Difícil mejorar su rendimiento.

Sobre todo porque Sergi Roberto, cama hecha en casa, plato en la mesa, leyes medievales vigentes en lo que respecta a derechos de pernada, nos ha vuelto a recordar este año cómo se transforma de Gizmo en Gremlin cada vez que asoma el Mal: este año, antes de la tropelía arbitral de la vuelta, asistencia en el Bernabéu, asistencia en el Camp Nou y los Carvajales, Nachos y Odriozolas a aplaudir con las orejas.

Semedo. 4. Manolo Hierro. Ay, Nélson, bon noi com ets. El primer año de este piernas portugués ha sido una doble decepción. Para empezar, su fragilidad táctica hacen que ni de coña huela a titular. Para seguir, nos da que con él hemos tenido un nuevo caso Manolo Hierro: el bueno era Rubén, cagon Dios.

De Semedo hay dos asuntos que queremos referir. En primer lugar, que es un formidable cazador de monguis: si le mola Semedo, ¡malo! ¿Recuerdan cuando la Intercontinental se jugaba en Japón y los pobres nipones se asombraban -«ooooooh»- con cualquier taconazo? Semedo logra algo parecido en cada partido: el repertorio de croquetas, ruletas y autopases de esta pantera es importante y los guiris, que son como los nuñistas pero con idiomas, lo vibran.

Hay un último asunto. Si ustedes están indignados con él, por la razón que sea, piensen que Luis Suárez ya se vengó por todos. La desfachatez con que le acusó del gol del griego loco en Roma (cuando el uruguayo estaba en el primer palo y ni se movió para atacar el balón) recuerdan mucho a los palos a Mathieu cuando el desastre de Turín.La injusticia no le venía de nuevo: meses antes, Neymar le había meado en público en un entreno. Pobre Manolo, víctima de bullying. Si sube alguien decente del filial, traspasar. Si no, un año más y puta calle.

Aleix Vidal. 3. Dominguín. «La noche que ligó a Ava Gardner, dicen que dijo con un brinco entusiasta en la cama revuelta: Me voy a contarlo». Así narraba el ABC la célebre explicación que dio el torero Dominguín al abandono del lecho amatorio que acababa de destrozar con la actriz norteamericana. Tome nota nuestro simpático lateral, tres añazos ya esperando que el del Sevilla asome por la puerta, tres años de decepciones y sensación de robo.

Sí, Aleix Vidal ya puede largarse por patas a explicarle al mundo que una vez participó de un cuento de hadas en que La Bestia Parda cabalgaba descalzo el Bernabéu para, sin bota, asistirle para un 0-3 en el Averno. Duele decirlo así, y puede que él no llegue a comprenderlo nunca: aquel fue el momento álgiido de la existencia de Aleix Vidal, el resto será caída libre. Haga, al menos, como el torero, y corra a contarlo por los sitios.

Esto se lo recordaremos para siempre, pero que se calme, que también recordaremos que pasó por aquí un trienio entero de la era Messi y no olió jamás unas semifinales europeas.

Piqué. 8. Veterano. Gran año el suyo, mostrando madurez y veteranía. El equipo ha encajado mucho menos y en parte cabe agradecérselo a él. Acaba el año con cuatro golitos, y TRAS-PA-SAR.

Este pájaro, a quien nos comeremos durante décadas como presidente, tiene problemas y complejos por resolver. Lo comprendemos y le deseamos suerte. Y además le mostraremos agradecimiento por esta década. Traspasar, y más cuando este año se ha alzado con toda claridad con el tercer Trofeo Barjuan de su vida, quedando a solo uno del gran Barjuan de esta era: Tachán, tachán,

Mascherano. 0. Ajusticiado.

Sería un meme, un macario, si no fuera por aquella última proeza: «Dejo la selección». No amigo, es el fútbol el que te echó a ti hace ya un lustro bueno. Valoraremos la posibilidad de convertir nuestro Trofeo Barjuan en el Trofeo Mascherano. Y sí, en los días peores nos acordamos de que ya nunca jamás le tendremos que volver a ver de corto sobre el verde, ni en nuestro equipo, ni en nuestra selección.

Umtiti. 8. Gerard López. Existía un contrato social entre futbolistas y pueblo culé que rezaba lo siguiente: gana la Champions y a continuación dedícate al fornicio, a la poesía, a pintar farolas, a la física cuántica o a montar una pescadería en la Boqueria. Pero gana una Champions. El bueno de Umtiti, uno de los diez mejores centrales del planeta, ha acelerado los procesos y este año ya le hemos visto en modo sabrosón. No es el primero, cierto, no será el último, más cierto aún. Pero otros al menos, consideraron que escupirnos en la cara no era cosa molona. Y ya les avisamos de que aquel tuit no será olvidado.

Vermaelen. 5. Suegra del año. No está, no se la ve, cuando aparece no molesta, de vez en cuando se la pega con el fregao del pasillo y desaparece otra temporada. Una bendición.

Yerry Mina. 4. Clinc-clinc. Una cosa buena tuvo su año, y es que nos jodiera el maldito récord de toda una Liga sin palmar con su bochornosa actuación en el campo del Levante. Además de los cinco goles encajados, aquel día hizo una salida al córner a perseguir sombras cual Polifemo cegado que la vergüenza aún nos dura. Convendría explicarle que el equipo de la Liga donde si rematas córners te renuevan de por vida es otro: nos tememos que debe engrosar el número de tíos que entran en este ERE veraniego, y gracias al hype mundialista, clinc-clinc.

Jordi Alba. 9,5. Supersónico. El adiós de Neymar le dio oxígeno y metros a Alba, que corona una temporada absolutamente memorable. En el último año de Luis Enrique, un gol, seis asistencias; esta temporada, tres goles, 12 asistencias. Alba lleva años en un nivel donde sólo se le puede comparar con los mejores laterales del planeta y especialmente con Marcelo, y este año el título de mejor lateral de la Liga (y por ende del mundo civilizado) se lo ha llevado con toda claridad nuestro quinqui de L’Hospi. Le recordaremos, sobre todo, su chicharro en Valencia.

En un año de horrores tácicos como los cuatro centrocampistas, cuánto placer estético hemos sentido viendo a Alba mearse en los libretos y llegar al área pequeña para rebañar goles en modo Becerra. Y conviene no olvidar su altísimo nivel defensivo: falló en menos de dos goles, con la puta mala suerte que gran parte de sus pecados llegaron contra la Roma.

Larga vida a nuestro Maldini de bolsillo que, atenció, pubilles, está en modo reproductivo.

Digne. 5. Convergente en el Baix. Pues sí, amigos, así de intrascendente y así de frustrado. En pleno reinado de Alba, poco puede hacer además de acoger a víctimas de un atentado en su hogar. Aquí hacemos pocos reproches a su rendimiento, sí al señor que le fichó cerrando opciones a la peña de La Masia. De esta temporada queda agradecerle el robo al Málaga y que pusiera histéricos a los chiringuiteros del mundo. Y ahora que se va, que recuerde: no te hagas del CiU si vas a competir al Baix.

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