Champions

Donde habitan los monstruos

30 abril , 2019

Son las semis de Champions y llegan, en fila india, la anaconda, los monstruos y el miedo. Es en este factor, que late y nos atenaza en los últimos días mientras tendemos ropa, nos abrochamos los zapatos o tiramos de la cadena, en el que nos querríamos detener hoy. Porque el miedo a este Liverpool, amigos, está más que justificado. Así pues, ¿a qué le tememos?

I) A aquellas culturas futboleras que nos son extrañas. A ese pueblo que no se sienta en los estadios, que se pega esas hostias terribles, que encuentra tantos problemas para criar centrocampistas con criterio -un par cada década, en las cosechas buenas-. A aquellas culturas que por su forma de hacer incluso cuando juegan fatal pueden marcar un gol en cualquier balón perdido («Yeeeeees!») y pueden perfectamente ganar partidos en que han sufrido un baño. Nota: ellos no saben que les has dado un baño. Ellos no entienden una mierda. Ellos dan miedo.

II) Todos los equipos a partir de cierto nivel tienen un par de estrellones ofensivos que pueden convertir a Umtiti (¿Recuerdan a Umtiti? Era majo, duró un año) en un cono. En este caso no son dos, sino tres los puñales, y telépatas, para más inri. Si a eso se les suma un central y un portero de elite, además de varios fajadores que saben a lo que juegan, te sale un equipo que claramente te puede meter mano.

III) Rivales fiables y competitivos: el Liverpool suma 90 puntos en Liga, con una sola derrota en ese campeonato. Gente seria, nada de frivolidades ni de «ya la pillará el rizos y la enchufa».

IV) La cosa del karma. La culpa cristiana y el cruyffismo nos hacen entender que los equipos con los que la suerte se ha cebado merecen un resarcimiento: mejor no encontrárselos. Lo que vivió el Liverpool en la final del pasado año ante el Mal es la quintaesencia de la desgracia. Que no dependa de la eliminatoria de un golpe de suerte, porque sabremos que alguien la merece más.

y V) Exactamente qué es lo que está en liza. No nos verán temblar por unas semis de Copa, en una Supercopa, en un año de mierda o cuando ande el equipo sin rumbo y sin fulgor. Pero los 15 años que nos ha regalado el balón de Messi son 15 años de temer no estar a Su Altura. Es una final de Champions lo que está en juego y ante el peor rival que quedaba. Sólo de pensar en la frase que se derivaría de una derrota -Igual no volveremos a ver a Messi en una gran final- se nos escapan las ganas de vivir y el miedo lo invade todo.

Y ahora que ya conocen su lugar en la trinchera y la fragilidad de este rifle, cierren los ojos y piensen en lo que estarán pensando en la de enfrente. En lo que se plantean los que han dudado de la santidad del Templo. En los que cuatro años después van a enfrentarse a una Bestia en semis.

El lugar donde habitan los monstruos, convendrán, es un lugar donde nos quedaríamos a vivir.

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