Ecos

No sin química

10 septiembre , 2019

El equipo campeón de Liga, la plantilla que arrasa en la última década con 8 de 11 títulos, la manada de Lobos que lidera Messi, sí, el Barça, es justamente el equipo que se ha reforzado con uno de los cinco mejores delanteros del mundo -y estandarte del subcampeón- y a un centrocampista al que sencillamente no vemos techo, claramente un bastardo de Xavi en precoz cruce con blonda centroeuropea. Y cuando mejoras el once de un campeón que va sobrado y además refuerzas el lateral zurdo con un suplente de garantías, ¿qué ocurre? Las leyes de la Física son implacables y la calculadora es rotunda: campeones en abril.

Si además el Atleti -único equipo con suficiente plantilla que de verdad lo intentó el pasado año- pierde a la mitad de su columna vertebral y La Banda -el cinismo hecho deporte, el deporte hecho cinismo- afronta el año con una no revolución en que junto a Hazard sólo han faltado los fichajes de Fraga, Carrero Blanco y Arias Navarro, el Excel de la lógica pura da un resultado clamoroso: campeones a falta de 14 jornadas.

Se preguntarán ustedes si acaso no hemos visto las tres primeras fechas de Liga, con el Barça dejándose puntos en sus dos salida. Sí, lo vimos: anécdotas. Hasta que vuelva Messi esto no arranca y si Valverde cree, obra tu magia Señor, que es posible un mundo con Busquets, De Jong y Arthur en el centro del campo, no es que hayamos de ganar, es que vuelve la disfrutadera, mi amol: es la Liga más fácil de la década. Todo ello, insistimos, Física en mano y viendo los planteles y tendencias de unos y otros.

Pero ay, amigos.

Felizmente el fútbol no es baloncesto ni los 100 metros lisos y no siempre gana el mejor. El fútbol es esa marmita de brujos donde caben toda suerte de ingredientes metafísicos y extrasensoriales, es un universo donde la Química manda y se ríe de la lógica un domingo sí y al siguiente también.

¿Y qué dice la Química? Pues no cuenta nada bueno. Recapitulemos viendo sólo el que sería nuestro once soñado: Ter Stegen, centroeuropeo, preñado, todo bien. Sergi Roberto, no quiere ser lateral pero no alcanza para la medular. Su suplente de dos es un truño, pero lo indigna que piensen en él para tal cosa. Piqué, qué les voy a contar: cuando anda motivado, todo lo que hace durante el partido es bueno, todo lo que hace antes y después, valgui’m déu. Lenglet. Todo en orden: prosigue con su colección de esternones humanos. Alba: recién renovado, con todo lo que ello implica, y tan inestable como el primer día. Busquets: enemistado con el club y puede que harto de ser la diana del atávico analfabetismo culer. De Jong: centroeuropeo, aún no preñado, nada que temer. Arthur: Mñé. No anda contento. No comprende que su entrenador le exija profesionalidad. La Bestia Parda: andamos moscas. Ni medio mimo a Griezmann. Él, que nunca se lesiona, empieza el año con problemas; todo en conjunto parece guardar alguna relación con el hecho de que Neymar no haya venido. Suárez: déjate de mates, aquí es lo que diga La Bestia. Griezmann: Si te pegan en el vestuario, pestañea dos veces. Y sí, bonito clan de franceses tienes ahí metido, seguro que invita mucho al trabajo duro.

Así, de esos once, menos de la mitad del equipo parece tener ganas de participar en movidas colectivas. Y fíjense que hemos dejado al margen los suplentes, con elementos tóxicos de la talla de Dembélé, Umtiti; por no hablar del humillado Rakitic o la pesadilla de Bromuro Vidal. Sin duda, el banquillo les hará remar mucho por el bien común.

Y a todo ello podemos añadir un pretemporada digna de la EnBiEi, en que a penas han podido correr, y decisiones alucinantes, como la exclusión de Riqui Puig de la primera plantilla en que sí encuentra acomodo un benjamín como Ansu Fati.

Tal vez todo se supere al primer rugido de La Bestia, que ya sabemos que cuando él lo decide, el equipo vuela y recupera su formidable competitividad. Pero amics, a este equipo le ha faltado una salutífera poda de franceses y le faltan, sí, indicios de que sus componentes quieran seguir vivendo en sociedad, y sufrir juntos, y competir para ganar en campos de mierda. Ya sabemos que esta plantilla les da 15 patadas a las de los rivales, pero esto no es el PC Fútbol: aquí la primera norma es que para ganar hay que quererlo.

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