Champions

Las Champions de Messi

12 marzo , 2021

La noche del miércoles se confirmó una eliminación que estaba cantada desde el 1-4 del Camp Nou. Pese a la exhibición de juego de la primera mitad, el felino se zampó a la gacela sin mayores problemas porque no se puede ir por la sabana con semejante incompetencia en las áreas. Después de año de ser en la Champions verdaderas estrellas del bukkake en las webs porno más sofisticados de la lejana Asia, el partido de París dejó buenas sensaciones. El Barça vuelve a ser un equipo que transmite, un equipo coral, una creación ofensiva, el equipo al que animarías si aterrizaras al fútbol por primera vez.

Pero una vez más, nos asaltó Lo De Messi.

Lo de Messi llega cuando los amigos de la estadística enloquecen, recordando que desde 2012 sólo ha ganado una vez la máxima competición del planeta, aseverando que el suyo es un talento perdido, que somos mierda, que menudo fracaso que el mejor de la historia sólo lleve cuatro Champions. Y convendría poner algo de luz a este respecto.

Michael Jordan, que competía equipo con sólo cuatro mortales y por tanto tenía un peso mucho mayor, ganó seis anillos. No 12, ni 25. Seis. Que Messi, con 10 mortales en la mochila, con verdadera chusma infame como nuestros amigos Mascherano, Umtiti y compañía se haya llevado cuatro Ligas de Campeones es un éxito. Y más teniendo la naturaleza bárbara y absurda del mejor deporte del planeta, el mismo donde los Bosingwas pueden llegar ganar y donde el Potra & Robo Club de Fútbol se las apañó para ganar tres en cuatro años.

Pero a algunos, insistimos, cuatro les parecen pocas.

Kubala, tal vez alguien ate cabos, se retiró con un total de cero Copas de Europa. Estatua en el Camp Nou, y más importante, monumento en el recuerdo de nuestros mayores.

El Cruyff futbolista logró tres en el Ajax y cero en el Barça. Uno de los cuatro grandes de la historia, cero en nuestro equipo. Ni ocho, ni diez.

El Cruyff entrenador, el hombre que decidió que el Barça nunca más sería un Atlético o un Valencia éxitos a los que aspiraba Núñez, ganó una Champions desde el banquillo azulgrana. Una y ya: perder la virginidad y acometer la emasculación.

El Guardiola entrenador, arquitecto del mejor equipo que hayamos visto, el hombre que esculpió la perfección, logró dos títulos. Ni diez, ni quince.

Los que estamos emparentados con generaciones que vivieron los palos cuadrados y lloraron con Duckadam deberíamos entender que el fútbol no son numeritos, sino cambios tectónicos en los estados de ánimo, en la autoestima colectiva. Así apreciaríamos más lo que se ha logrado en 30 años desde el equipo temeroso de dios que aspiraba a lo sumo a lograr Recopas hasta el gigante que lo quiere ganar todo, siempre.

Convendría respetar que de cero a una, el éxito de Cruyff, fue un salto cuántico, el ingreso en el club de los elegidos, el adiós a las lágrimas y al perdó per parlar en català a Catalunya. La segunda, con Rijkaard, nos hizo entender que seguíamos siendo grandes, que volveríamos a hacerlo. Con Guardiola nos convencimos de que la excepcionalidad de nuestro juego era la fórmula, el camino y el secreto, de que no había nadie como nosotros. Lo entendimos todos, excepto dos zopencos y sus 25.000 gremlins. Y con Messi nos hemos transmutado en un Cid Campeador de la competición, que enlaza 13 años seguidos en cuartos y por supuesto no lo celebra, porque quiere estar en lo más alto. Y por su influencia, salen Minguezas de la cantera que en Europa tienen una mentalidad más parecida a la de Camacho y Raúl que a la de Rexach y Alfonseda. El impacto de Messi en el inconsciente colectivo culer es tal que con él ya es posible pensar que el mito que le coja el relevo pueda retirarse con ocho Champions.

Messi y sus cuatro Champions, menudo drama.

Messi, que entendió el primero que para hollar de nuevo la cima del mundo conviene jugar bien y que este año no alcanzaría. Messi, que ya sabe, porque lo disfruta en cada entrenamiento, que ahora sí podemos volver. Messi, operación 2022.

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