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Cruyff, el fútbol y los comerciales de Tecnocasa

19 noviembre , 2023

¿Qué sorda barbarie imperaba en el mundo antes de que la razón y el conocimiento alumbraran los cerebros de cuatro bípedos? ¿Qué confusas y arbitrarias violencias regían el planeta? Podemos hacernos la preguntarespecto al planeta hasta la aparición del homo erectus, y también respecto a lo que fue el fútbol antes de Cruyff.

Que en el principio fue la palabra es cosa sabida. Semiólogos y psicólogos están de acuerdo en un hecho: no se puede pensar sin palabras. Y ocurre que el Magalhaes del balón, el hombre que contenía la Pinta, la Niña y la Santa María en su Chupa-Chups, vino al mundo sin el don del verbo. «Para él, el inicio de cada frase era una nueva aventura, de cuyo devenir tenía tan poca idea como sus oyentes”, dice Auke Kok en el monumental Johan Cruyff. Siempre al ataque, libro que felizmente queda muy por encima de su lamentable título.

Cruyff tuve que bajar del árbol al fútbol con la única ayuda de su visionaria imaginación, su granítica confianza en que todo iba de espacio y tiempo y su sensual forma de entender el juego como espectáculo. Ningún maestro pudo guiarle en su incierta travesía, porque no había Youtube para mostrarle a la Austria de los años 30, ni a la posterior Hungría, y Michels llegaba adonde llegaba, tan lejano a la condición de genio pionero. La presión hacia adelante tras pérdida o el tercer hombre, que cualquier cuñado de Forocoches explica hoy con precisión y decente gramática, sólo tenían sentido en su cabeza, y de ahí el logro inmenso de los hallazgos del hombre que cambió este deporte: llegó a la luna, y lo hizo sin palabras.

Y el mundo del fútbol, una vez se hizo con su mapa del tesoro, y con cada vez más recursos, profesionales, dinero y competencia, se ha dedicado desde hace 35 años a perfeccionar la ruta, dotando cada intuición de las palabras necesarias, dando métrica y ritmo a las ideas robadas del fuego de los dioses. Y tanto mejoró el conocimiento del Deporte Rey, que lemos llegado a estas cimas de la estupidez humana.

«Dobles ubicaciones en las cuartas alturas», «Son asimétricos», «La segunda y la cuarta son ubicación tendentes al perfil izquierdo, pero la tercera tendente al perfil derecho». No quisiera cebarme en este bueno hombre, que posiblemente perdió el trabajo con ese otro genio del MIT que es Luis García. Pero quiero pararme a pensar en lo que habría dicho Cruyff de este discurso, de esta deriva verborreica, él que creó la gallina de piel y ganó otro espacio en el imaginario colectivo. Habría dicho: «Es fútbol, es para divertirse y, por cierto, no jugáis a una puta mierda».

No les engañaremos: es esta caverna llevamos toda una vida reivindicando el fútbol de campo de tierra y barra de bar, con el aspecto lúdico y el alarido tribal por banderas, y advirtiendo contra la oleada de futbólogos que hablan el idioma falsario de los consultores y los vendedores de crecepelo. Es evidente, y conviene explicitarlo, que en este agujero vivimos el advenimiento de estos nuevos futboleros con peinado de Tecnocasa y florido verbo como un fracaso vital. Es por eso tan hermoso, tan reconfortante, recordar que Cruyff, con su caos idiomático y su intrincada maraña de palabras y conceptos, se limitó a escoger a los peloteros, les puso a hacer rondos y les dio cuatro gritos.

Y fue así, sin más, como se hizo la luz en nuestro mundo.

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