¿Qué le contaré dentro de un año, y dentro de dos, y cada glorioso 27 de octubre?
Le hablaré del fútbol, ese deporte en que los presupuestos son indiferentes, ese juego absurdo en que la lógica nunca se cumple. De la vida, esa complicada sucesión de días en que uno nunca sabe a qué atenerse, en que cada cura esconde a un padre y cada quiniela a un millonario.
Le contaré del Alcorcón, ese Brasil de la meseta que arrasó al equipo más prepotente jamás pensado. Y del Madrí (Madrit, caca), esa ruina venida al mundo para aleccionar a la gente sobre lo que es y lo que no es la vida. De Florentino, ese anafabeto, ese hombre que mira su cuenta bancaria y nada entiende, ese antifútbol que ha convertido a La Banda en la risa de Europa y al Barça en el NuevoTestamento.
Le diré que sueñe a lo grande, porque los más pequeños son capaces de cualquier cosa. Que la vida puede ser maravillosa.
Firmo Albert Martín y nací en Barcelona en 1980. A los cuatro años hablaba de fútbol y estoy atado a las miserias de este equipo desde 1987; los insultos de mi padre y mi tío a once tíos de azulgrana que perdieron 1-2 ante el Sabadell me hicieron 'culer'. Recuerdo confusamente que un día llegó Cruyff y convirtió el suplicio en arte y aquel club oxidado en hoguera de vanidades. En plena pesadilla gaspartiana vi desde Lisboa un Madrid-Barça que La Banda ganó 2-0 con gol de Judas. Luego murió Kubala y comprendí que había llegado la hora de hacerme socio. Para entonces ya sólo podía ser periodista y me acogieron en 'El Mundo', donde publiqué 'El callejón del ocho'. Después me fui a 'Público'. Durante décadas, el Barça implicó lágrimas, culo prieto y miedo a cruzarse con un kiosco. Pero nos quedaba una profecía por cumplir y se sucedieron Ronaldinho, Xavi y Messi para aclarar que éramos 'foda'. Un día de invierno me encontré con que mi Caverna había sobrevivido a mi diario y perdí ciertas vergüenzas: no me importa ya reconocer que sueño fútbol casi todas las noches.
Postdata: Aún tiro caños y no olvido una cosa que escribió Hornby: "La única diferencia que hay entre ellos y yo estriba en que yo he invertido más horas, más años, más décadas que ellos, y por eso comprendo mejor qué sucedió aquella tarde".
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