FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Este foro tiene la suerte de ser leído desde China, desde donde dos intrépidos reporteros aportan alimento espiritual habida cuenta de que con Poli Rincón no alcanza. Hace unas semanas me trajeron del Lejano Oriente Fiebre en las gradas, un desternillante recorrido por la pasión futbolera del muy gunner y demente señor Nick Hornby. En esas páginas he encontrado muchas carcajadas y mucha luz (y he comprendido, además, que hay libros que no deberían leerse a riesgo de poner un punto y final a la propia trayectoria como escritor, pero ésa es otra historia).
Lo principal de Hornby -desde aquí pueden acceder a su blog- es que desciende a los abismos de la locura balompédica y lo hace con inteligencia y humor. Prometo recurrir a él en el futuro para resolver mis crisis futbolísticas y les recomiendo que hagan lo propio. Un ejemplo: en esta semana de lamentable parón por culpa de las selecciones le he preguntado a Hornby si es normal que la visión de Del Bosque y de mis chavales enfundados en chándales que no son azulgrana me provoque irritación, mareos y jaqueca. Y el sabio ha hablado así.
«A los obsesos les está negada toda clase de perspectiva sobre su propia pasión«. ¡Cierto!
«La verdad es así de simple: durante largos ratos de un día normal y corriente, soy un perfecto idiota«. Así es: cuando la novia pregunta «en qué piensas», tú no puedes responder «añoro a Messi recibiendo de Xavi».
«Las ambigüedades llegarían con el paso del tiempo: cuando cumplí 16 o 17 años, ya sabía de fútbol más que el seleccionador nacional«. No es mi seleccionador, pero por supuesto que sé más que el Guardia Civil.
«Después del partido contra el Swindon, había descubierto que la lealtad, al menos en términos futbolísticos, no era objeto de una elección moral, tal como pudieran serlo la valentía o la amabilidad, sino que era más bien como una verruga o una joroba, es decir, algo con lo que uno ha de convivir sin remedio«. Muy cierto: nuestro Swindon fueron Berna, Sevilla, Gaspart o el tamudazo: uno quisiera quitarse, pero no puede, del amor por su club.
«El estado natural del hincha futbolero es de una amarga desilusión, al margen del resultado del marcador«. Cierto, sobre todo cuando Villar nos priva de nuestro equipo.
«Soy hincha, no tengo el deber de acatar la disciplina moral«. Gracias, y por eso seguiré odiando a la Selección a pesar de la mojigatería y el discurso único nacional.
Amigos, Hornby viene para quedarse, ya verán como acaban siendo grandes amigos. Para algo es el guardián del manicomio.
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