Bajas pasiones

Estrenamos psicólogo

15 agosto , 2011

 

«Todo el mundo tiene sus problemas y el fútbol es el psicólogo más barato«.

Diego Forlán.

Escándalo y vergüenza, los niños llorando, desconsuelo, cenizas por doquier, réquiems, la peste. El Barça ha pagado por un canterano más de lo que tiró a la basura por Saviola u Overmars. «Uno de los nuestros», repite y cacarea el vestuario. No. Por uno de los nuestros no pagaríamos un duro. Por uno de los nuestros no haríamos un fichaje tipo jeque árabe, una florentinada, una morterada propia de un equipo en crisis y necesitado de fuegos artificiales.

 
 

El Barça, ese club que ha cerrado una sección de baseball este verano, manda el peor de los mensajes a sus chicos de la cantera, toma un camino infame que con Gerard López se debería haber cerrado para siempre y ficha a un fugitivo. Rosell y Zubi se han excretado en el romanticismo de este club y han demostrado que la hiperprofesionalidad no casa con ciertos lemas.

 
 

Guardiola y sus 10 mejores jugadores están felices, claro. Han fichado a un amigote, sienten que el Barça se lo debía. Se equivocan. Sex tenía que haber venido con carta de libertad y pidiendo perdón -perdón de verdad, de rodillas, no como ha hecho hoy-. Por todo ello, le anuncio, Dear Sex, que usted va a ser mi psicólogo en los próximos cinco años: cada fallo, una bronca monumental, sonoros insultos, juramentos en arameo. Y por supuesto, para llevarse una ovación la mitad de grande que las que merecen Fontàs o el insensato de Thiago, tendrá que hacer el triple que ellos.

 
 

Ocurre que el fútbol es un terreno sagrado, de sueños e ilusiones, un terreno virgen. Hay padres que se mueren de la pura alegría de ver a sus hijos marcando un gol con su equipo. Otros hacen un cambio de domicilio para llevárselo gratis a otro equipo. Sex tuvo prisa, y es muy respetable, pero nunca debería haber vuelto costando dinero.

 
 

Dicho todo eso, en esta Caverna nos gusta el fútbol. Digámoslo claro: Sex es un fuera de serie. Tal vez el segundo mejor centrocampista del mundo. El más joven de entre los cinco primeros. Un prodigio, un fenómeno, un ganador. Capaz de obras de arte como ésta y de golazos decisivos como éste. Sólo suplente en la ortopédica España del jefe de los secuestradores. Un jugador que puede desplazar a Iniesta al extremo, que sucederá a Xavi, que hará del Barça un equipo mejor incluso después de empacharse de gloria.

 
 

Que quede claro: este cavernícola está indignado. Pero los Quincazos de Mou están mucho peor.

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