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Blanqueo VS Resaca (IV): La solución final

14 julio , 2015

El Banco Central Europeo y otros reguladores financieros llevan un tiempo dando la barrila con un asunto: según dicen, las entidades que hacen simultáneamente banca de inversión y banca minorista (la que usamos para comprobar que aún no hemos cobrado y que esto de Movistar es un escándalo) deberían separar los dos negocios. ¿Por qué? Para proteger los ahorros de los pobres desgraciados que ingresamos ahí la nómina cada mes. Lo que piden los reguladores a los bancos es que el banco de turno coja y -¡plop!- se escinda en dos en plan mitosis.

Menuda idea, no, ¿les parece? Igual ése es el camino que llevamos tantas décadas buscando sin éxito en el Barça. Habida cuenta de que resulta imposible alfabetizar al nuñismo (ni con Champions, ni con fútbol, ni con relato, símbolos y la admiración del planeta) igual el camino es precisamente ése, el de separarnos de ellos hasta siempre jamás. Puede parecer un camino imposible pero escuchen, igual aceptan: en primer lugar, habría que regalarles el Camp Nou (lo que para ellos es una parcela urbana edificable de tantos metros) para que den un buen pelotazo. Así mostraríamos nuestra buena voluntad. ¿Y dónde nos iríamos nosotros? Pues al campo de la España Industrial si es necesario. Cualquier cosa con tal de perderles de vista.

Sería importante también cederles la camiseta azulgrana para que puedan venderla con entusiasmo a los qataríes. De este modo no se andarían con chiquitas: no empezarían con la farsa del Qatar Foundation para pasar después a la aerolínea y acabar por el Qatar Petroleum. Esta vez irían a saco y pondrían directamente El Ojo de Mordor de Qatar. Y oiga, nos los meteríamos en el bolsillo. Además, podrían renovar un par de décadas más el contrato con Nike para hacerle más placentera la existencia a Rosell, que siempre es bueno tener contento al jefe. Al cabo de 15 días, la zamarra no sería ni azul ni grana y en lugar de escudo tendría el escudo de los Boixos Nois, pero eso ya son cosas de románticos que no interesan al pueblo.

Más cosas que podríamos darles: Gamper desaparecería como fundador y se podría trasladar el acto fundacional al centro penitenciario abierto de Trinitat para que Núñez, al fin, pudiera ser entronizado como líder máximo de ese nuevo Barça (que no se llamaría así, no sean vulgares: se llamaría Bar-sa-lo-na, con cuatro innegociables sílabas). La división de activos simbólicos no sería difícil: ellos Montal, nosotros Kubala. Ellos Rexach -a quien ahora ya le podrían dar un sueldo de siete cifras sin disimulo ni vergüenza-, nosotros El Holandés Cleptómano Que Habla Mal Y Puso A Angoy El Muy Hijo de Puta. Ellos Carrasco, nosotros Stoichkov. Ellos Salinas, nosotros Guardiola. Oiga, todo suave, suave, en las negociaciones más plácidas que se recuerdan.

Tampoco hay duda de que La Masia (excepto los cuatro jugadores con proyección, que irían directos al entorno de Parera) y las secciones nos las comeríamos nosotros, que ya se sabe que no venden camisetas. Y en efecto, nos tocaría a nosotros pagar las costas de todos los juicios que tiene en marcha el club hasta día de hoy

A todo esto, a los visigodos habría que garantizarles un buen cátering en el Camp Nou (que por supuesto pasaría a llamarse Coliseo Urdangarin) para que pudieran explayarse en su tarea de devoradores de canapés, el contrato bueno con Audi y sí, seguramente tendríamos que tomar la dolorosa medida de cederles a Neymar e indemnizarles con 200 millones de euros por no vender a La Bestia (con la consiguiente partida opaca de 20 kilos, ustedes ya me entienden). ¿Sobreviviríamos? Sí. ¿Encontraríamos ese dinero? Lo encontraríamos, porque del mismo modo que está claro que entre los socios reina el nuñismo del hortet y el rencor, entre los aficionados nadie se siente seducido por Gaspart ni el establishment de La Bonanova: la afición es del fútbol y de Messi, Busquets e Iniesta. En definitiva, encontraríamos la fórmula de poner 100 euros por barba para compensar al nuñismo por frustrarle la venta que lleva años gestando.

Así, acabado el asunto, quedaría un club con el campo en venta, una camiseta vendida y con los Boixos, Migueli, Gaspart, la mujer de Núñez, el peluquero, la monja cónver, el pizzero y el sector negocis exprimiendo hasta el último céntimo del juguete. Y en el otro tendríamos al equipo que mejor trata el balón del mundo libre de la lacra que lleva 30 años amenazando con convertirlo en una vulgaridad tipo La Banda. Es el momento de asumir que no som un equip, en som dos. Y entendido eso, créanme, el mundo sería un lugar mejor.

Tal vez todo esto les parezca  absurdo y desesperado. Pero en un mundo en que Bartomeu lidera las encuestas sólo el absurdo y la desesperación pueden salvarnos.

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