El mito

Aceptación

13 enero , 2016

«Això, això és la derrota: quan l’enemic aconsegueix que dubtem de la veritat«

Vae Victus, Albert Sánchez Piñol

Son cinco ya los Balones de Oro de Messi y uno piensa que del mismo modo en que hemos desacralizado esa Champions de Koeman, nos ocurre ya lo mismo con el trofeo que un día nos hizo felices en manos de Stoichkov. A esta alegre rutina (ningún equipo suma tantos Balones de Oro como el Barça) se añade un segundo hecho, y es el progresivo desprestigio de un premio que hace sólo dos años le fue robado a Ribery a mayor gloria de Jorge Mendes, Florentino Pérez y el Teresa Herrera, único título que alzó aquel 2013 CR Ceja -en tan brillante éxito marcaron Kaká (2), Casemiro y Marcelo-. Hay aún un último factor: que en los tiempos de La Bestia Parda haya que votar al mejor del año es una rotunda blasfemia.

Sin embargo, hay una perspectiva desde la que sí es placentero comentar este premio, y es la perspectiva bandófila. Hemos visto con radiante sonrisa cómo La Banda y sus gentes han recorrido en los últimos tiempos todas las fases del duelo. La negación debió ser aquel chiste de Robinho. La ira llegó con Robben. La negociación debe ser aquello de contarle a Ronaldo los penaldos, los goles que empuja en la línea y los centímetros que salta para equipararle a La Bestia Parda. A continuación llega la fase de dolor emocional, todo aquello de las hormonas del crecimiento, el dóping y el favor de los árbitros. Pero amigos, hace ya días que nos hemos instalado en la aceptación.

Hasta los sectores más precognitivos de la meseta -y es mucho decir- están entrando en esta etapa. Piensen que son ya 500 partidos de ver al gran rival con un jugador como no lo has visto en tu vida, 500 partidos de ver a Dios trotando con el 10 del Barça a la espalda. Son cuatro Champions en una década y, peor aún, la percepción casi constante de que el equipo azulgrana sigue siendo el máximo favorito un año más. Es un dominio a voluntad en los campeonatos españoles, son sus ya 26 títulos, la sequía blanca en Liga, con un solo título en las últimas siete ediciones. Todo con un común denominador: La Bestia Parda, la que silencia el Bernabéu, la que ya superó a Di Stéfano en goles en los Clásicos y ahora va a por sus cinco Copas de Europa.

Si uno es del Madrí siempre puede recordar que tiene el increíble escudo que gana títulos y que supuestamente goza aún de cierta genética feísta y ganadora que le lleva a embocar un córner en una final europea a falta de 10 segundos para palmar. Pero cuesta sustraerse de una realidad: no tiene los jugadores a los que mira el planeta, tampoco tiene el fútbol, y menos aún la idea. Piensen ustedes en Tomás Roncero, en el naufragio de sus verdades más íntimas, y díganme si no le ven ya al filo mismo de llamar al 902.189.900 para pedir perdón, reclamar el carnet y disfrutar, ya sin culpa ni ambigüedades, de la leyenda de Leo Messi.

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