Actitud

La suerte y las risitas

25 febrero , 2018

Estarán al corriente ya de que el martes sobrevivimos a Stamford Bridge y sacamos un resultado extraordinario para lo que se vio sobre el césped. Por supuesto, a estas alturas ya deben saber que el Chelsea hizo un par de palos y que el Barça no generó ocasiones, salvo el gol, que llegó tras una poética cagada de Sex que aprovechó Iniesta. Ustedes saben todo eso, como saben que ha cundido la preocupación, cuando no el pánico, con esa floja actuación en un partido clave, con la triste actuación de Paulinho, con la falta de recursos ante un autobús, con el sospechoso nivel de ese banquillo.

Como ven, no estamos aquí hoy para contarles lo que vieron, sino para alertarles de lo que verán pronto. Se vienen días de escuchar que el Barça tiene suerte, de oír esa gravísima acusación que reciben los que ganan sin merecerlo. Miren, es verdad que el fútbol es extraño, que a fin de cuentas alguien tiene que ganar y que en ocasiones nadie lo merece. También es cierto que el Barça no lleva ni una sola drrota en la Liga, mientras que el Chelsea ha palmado siete partidos en el glamuroso manicomio de la Premier League. Lo que les estoy diciendo es que las casualidades no existen, y que en el fútbol, los resultados son tan hijos del juego (el martes no lo hubo) como de la actitud (y ahí la cosa cambia).

Les recomienda un servidor, que no tiene carné de entrenador, que ve el fútbol entre insultos e improperios y eructos y en el caso que nos atañe con un muy considerable globo que nos habría de impedir escribir posteriormente, que se fijen ustedes en las caras de los futbolistas al inicio de cada parte. Les contaré lo que vi. Vi a un Barça que tenía en la memoria reciente el trauma de París, el desastre de Turín, y el miedo de quien sabe que le puede volver a ocurrir. Vi a once tíos muy conscientes de lo que se jugaban, y conocedores, también, de que llevaban unas semanas hibernados. A once tíos que sabían que Dembélé está aún para poco y que Aleix da lo que da y que aunque no estuvieran Mascherano y Mathieu para boicotearnos, la Champions es muy perra con un banquillo como el que tenemos.

Vi a un equipo saltando al campo como si no tuviera media Liga en un bolsillo y media Copa Bourbon en el otro.

¿Y qué vi en el otro lado? Miren, vi a un equipo que alinea a Sex porque de lo contrario no hay entrenador que sobreviva. A un equipo donde Hazard aprovechó el túnel de vestuarios para saludar, ser amable, simpático, atraer las cámaras, recordarle al mundo que ‘eo, que estoy en el mercado, que llevo el diez’. Más significativo aún: al empezar el segundo tiempo, con 0-0 aún en el marcador, salieron los jugadores del Chelsea desperdigados al césped, como si aquello fuera un partido de pretemporada, como si les importara un cojón de cuervo el asunto. Vi a Willian y Hazard salir al césped tronchándose, charlando amigablemente, comentando sin duda alguna movida que les ha pasado con el Ferrari, o no sé qué de una juerga del otro día.

Este Barça, con sus defectos, es el equipo de La Bestia Parda. Este Barça, con sus defectos, es una tropa de profesionales que si se propusieran invadir un continente, pobre continente. Este Barça, perdonen que insista, ha conocido el dolor.

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