Fracasos

El año que dejamos de cavar hacia abajo

27 mayo , 2021

Era septiembre: seguíamos siendo el equipo del 2-8, teníamos a Messi desmoronado y a Coutinho como media punta titular. El engendro incorporaba un viejo horror llamado doble pivote merced a la llegada de Koeman al banquillo: no prometía el asunto. Ocho meses después, el equipo se ha entregado, exhausto, a la lógica que le dejaba sin Liga; era febrero cuando dimitió de una Champions que le va muy grande a los equipos bisoños.

¿Y qué tal el camino? Pues en esta Caverna ha sido un año que será recordado. En noviembre el centro del campo volvió a la civilización, con Pedri y De Jong por delante de Busquets, y comenzaron meses y meses de desnudar a los rivales desde lo colectivo, con combinaciones y apariciones entre líneas. Si en la 2019-20 el Barça hizo dos buenos partidos, en la 2020-21 fueron dos decenas los partidos en que uno sintió algún tipo de vibración estética. Entre noviembre y marzo no fue raro ver al Barça acabar los partidos con 15 ocasiones: no hace tanto era la normalidad, pero en el triste ocaso valverdiano aquello era una utopía.

Para añadir adrenalina al semestre productivo del equipo se unieron varios factores externos: por una parte, la juventud tremenda de buena parte del equipo: Dest, Mingueza, Araujo, De Jong, Pedri o el añorado Ansu hacían pensar más en el mañana que en el ayer, cosa insólita en el último lustro. A ello se añadieron los alaridos de la Copa (nunca vibramos tanto en la competición del Borbón), título que acabamos amarrando con una estupenda paliza en la final. En aquellos seis meses, se encadenaron rachas de triunfos de aroma guardiolano y la primaveral y vigorizante sensación de las historias que empiezan. Y todo ello con una Bestia Parda a la altura de sus mejores días y con la sonrisa puesta.

Por primera vez en mucho tiempo, tuvimos la impresión de que habíamos dejado de cavar nuestra propia fosa común para empezar a hacer los cimientos de algo grande. Y sí, de pronto se acabaron las pilas y el rugido invernal se convirtió en afonía, astenia y ulls plorosos. Y la Liga, que llegó a estar tan cerca, voló por un puñado de puntos. ¿Fue un drama? Miren, en los años en que La Banda queda en blanco y el PSG fracasa contra La Farme CF conviene recordar que el fútbol son ciclos y que éste era un año de reconstrucción.

En este rincón le damos a Koeman un notable, por lo que encontró y por lo que llegamos a disfrutar en su momento. Pero también es cierto que nuestro Hombre del Saco ha mostrado lagunas asombrosas. ¿Es de fiar alguien que aplica siempre la misma receta ya tenga una fuga de agua, un problema coronario o una deuda con la mafia búlgara? ¿Es normal eso de arreglarlo todo metiendo Trincaos y Braithwaithes para quitar centrocampistas en el 81? Honestamente, cuesta fiarse de alguien que no ve que Riqui es mucho más especial que Ilaix.

La pregunta está ahí: ¿Merece renovar Koeman? Honestamente creemos que sí. ¿Le renovaríamos? A poco que haya en el mercado un técnico de nivel, no. Nuestra vida es muy corta y queremos aspirar a la perfección; sólo de ese modo nos acordamos de que somos el pueblo de Cruyff, sólo entonces llegaron las Champions. Y miren, uno no puede evitar soñar con Guardiola. O al menos, a uno le encantaría ver a Xavi ponerse a prueba ante su destino.

Veremos qué sorpresas nos depara Laporta para el banquillo. Pero una vez más, toda esperanza de reconstrucción pasa por seguir quitando pesos muertos, y con Piqué y Alba en el vestuario difícilmente empezaremos a ganar a los grandes.

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