FCB: Furia, cólera y bilis
Hablamos de un equipo que está en el primer año de su...
Butifarra sobre el césped. Provocaciones a la grada. Aullidos en el avión. Chulería en el aeropuerto. Desprecios al rival en los medios amigos. Suerte que nosotros ganamos 13 y ellos dos. Qué estampa la de La Banda en la victoria incontestable. Esa legión de mercenarios apenas lograban alterar sus rictus marciales para sonreír sin pensar en los derrotados. Son Conan en la rue Saint Honoré. Boromir en Via Durini. Alien en la Quinta Avenida.
Como dice nuestro buen Torpedo, este equipo estaba forjado a imagen y semejanza de Esparta. Lucha, competitividad, nulo sentido estético, pragmatismo, litros de sudor. El mérito radica en eso, en que ese vestuario ha sido capaz de afrontar toda una temporada, día tras día, sabiendo que iban a convertirse en el equipo más odiado de todos los campos de España (todos no, ya saben) en muchas décadas. Y aún así, ganar, ganar y volver a ganar.
El madridismo lo celebra con la desesperación de quien lleva años sufriendo las siete plagas, pero sin atisbo de adhesión. En esta Banda camorrista sólo creen los Ultras Sur, los lerdos que corean el nombre de un entrenador que con su cobardía les ha echado de una competición tras otra. El barcelonismo conoce de sobras esos aspavientos sobreactuados, los hizo en el pasado cuando ganó un par de ligas con Van Gaal como piloto de la nave en una época gris.
Amigos, ciertamente es horrendo verles celebrar, pero es hermoso diferenciarnos en la derrota y en la victoria. Y alegren esas caras: no son ustedes la señora de Pepe, que Dios la ampare.
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