Balance

Cero absoluto

10 mayo , 2008

Año 1848. Se publica el Manifiesto Comunista, Francia proclama la república, arranca la primera línea férrea en España para cubrir el trayecto Barcelona-Mataró y un sabio llamado William Thomson descubre el cero absoluto.
Ése fue el nombre que dio a la temperatura de -273º C, la mínima imaginable, la que dejaba a las partículas sin movimiento para suprimir cualquier energía intena. Esta semana, 160 años después de aquel hito científico, el Barça ha encontrado su propio cero absoluto.
Contrariamente al ideario catastrofista, que se sostiene sobre afirmaciones clásicas como «Estamos peor que ayer y mejor que mañana» o la portuguesa «Podía ser peor» o la legendaria «De cagarla siempre estamos a tiempo», este Barça está condenado irremisiblemente a mejorar.
No analizaremos hoy el papel de Guardiola -tiempo habrá para jugosas entradas- ni la tristeza infinita por el adiós de ese héroe del estoicismo llamado Rijkaard, ni el desastre de saber que mañana domingo puede ser la última vez que el Camp Nou vea trotar a Deco o Eto’o.
Lo ocurrido en estos días de pesadilla es positivo para el futuro, porque la política de tierra quemada se podrá aplicar sin sentimentalismos. Los fichajes, sean los que sean, vendrán hambrientos. El vestuario recuperará la inercia positiva. Y será imposible acabar la Liga a 17 puntos de la Banda de Bernardo, una distancia que bien podríamos conocer como el cero absoluto.

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