Blanco impoluto

Melón de Plomo

17 diciembre , 2017

Sí, amigos, nuevas dosis de gloria, púrpura y gomina ha llovido en los últimos días sobre La Banda. Los chavalitos de Zidane, beneficiarios de un escudo que es una trituradora ajena al fútbol, al juego y a los merecimientos, completan un trimestre vulgar con tres nuevos títulos y, sorpresa, nuevos laureles al amigo Cristiano. Pese a lo irrelevante de su figura, en este agujero no queremos resignarnos y preferimos denunciar cómo los reiterados galardones que ha recibido están arruinando el prestigio del premio.

El Balón de Oro, el premio que hizo llorar a Ronaldinho y con el que solían soñar los futbolistas, se ha convertido en un chiste malo. Los cuatro premios obtenidos en el Balón de Oro en los últimos cinco años constituyen el caso Enron del planeta fútbol. Un tío que hizo su último regate en 2009 ha sido proclamado el mejor del mundo en cuatro de las últimas cinco temporadas. Esto ha llegado en tiempos de plenitud de Messi, un futbolista a quien no se compara con las vedettes del ahora, sino con los monstruos de décadas atrás. Resulta incomprensible cómo esto ha sido posible; el misterio y la invitación a futuros Pulitzers sigue ahí.

Centrémonos, en este último trofeo de Azog. Vayamos al argumentario:

  • Cristiano gana en representación del Madrid, que lo ha ganado todo.

Pues bien, es un buen punto. Sorprende que se le destaque por encima de Modric, Ramos o Marcelo, 40 veces más decisivos, pero en fin, se entiende que se haya optado por un delantero de un equipo ganador. Lo extraño en ese caso es que en 2013 obtuviera este mismo título. ¿Qué ocurrió entonces? Que un equipo ganó no sólo la Liga y la Champions, sino también la Copa. Fue el Bayern de Munich y lo hizo con un Ribéry estelar. Aquel año, misterios, no valió el argumento de premiar al equipo y ganó el ladrón de ganado de Madeira. ¿Qué títulos Cristiano durante aquel 2013? El prestigioso Teresa Herrera.

  • Claro, pero es que da igual el palmarés, lo importante es ser el mejor jugador.

Es un bonito argumento. Y claro, ¿cómo demuestra un tío que no hace otra cosa que rematar que es un gran jugador? Pues mire, metiendo muchos golitos. No hay duda de que Cristiano, en el 2013, fue uber bueno, saltó muy alto y dio unos punxots de la hostia. Joder, sí metió 38 goles en Liga. Por eso logró la Bota de Oro y el Pichichi, ¿no? Pues no: esos premios los ganó Messi, que había metido 46 goles, pero ya le conocen, serían goles de empujarla a puerta vacía, aprovechando el trabajo de todo el equipo. Además, no ganó el Teresa Herrera y se tuvo que conformar con una Liga. ¿Qué pasó este año? Temporadón de Cristiano: 25 goles en Liga. Lástima que Messi, sin duda empujando, metiera 37 (aparte de dar 25 veces más asistencias).

  • Que lo que cuenta son los goles en la Champions.

Joder, claro. Haberlo dicho antes. Hemos repasado los 12 que metió e igual este fue el mejor:

Cristiano, disculpen, no es el que se va de tres en la acción. No, es el lerdo que espera la pelotita en fuera de juego para empujarla. Metió 11 más: el único decente en la liguilla de grupos y de falta. El resto, un compendio de tibiazos, rebotes y fueras de juego no señalados que provocan desprendimientos de retina. Pero, ¡no importa! El gol es la salsa del fútbol y hay que premiar a quien marca. En ese caso la sorpresa aumenta: sólo en uno de sus últimos cuatro Balones de Oro logró Empujaldo el título de máximo goleador continental. Y en el año que sí lo fue, empató con Luis Suárez.

En fin. No insultaremos la inteligencia de los lectores explicándoles que Cristiano es un tío que la empuja, que culmina el trabajo de un equipo de competitividad asesina. No les aburriremos llamándoles a preguntarse a qué jugador de La Banda quitarían del césped para el partido del sábado. No les llamaremos idiotas recordándoles que los mejores jugadores suelen ser los que además de marcar, generan juego, y que por eso se creó un premio para los mejores jugadores y otro para los troncos que la metían. Ni tampoco contribuiremos a la estupidez del debate que compara a ese invento comercial con el Dios del Fútbol contándoles que en este deporte los buenos son los que hacen cosas que uno nunca ha visto, los que nos dejan con la boca abierta, ni que Cristiano es un Kodro, un Jardel, un pobre tío que ni siquiera llega a Ibra.

Sí hay que reconocerle, por Dios, su enorme competitividad y olfato, que le ha llevado a ser buque insignia de tres de los lobbies más influyentes del planeta fútbol: Nike, el Madrid de Florentino y Jorge Mendes. Representante, por cierto, que es un verdadero adicto a incluir primas por el Balón de Oro en el contratos de sus jugadores, hasta el punto de que lo coló en el de André Gomes. Con lo que, si uno gana el premio, vuela el dinero. A dónde va ese dinero, en fin, pregúntenle a Mendes si un día se lo encuentran en el ascensor de casa.

En este agujero siempre hemos respetado el hecho de que el deporte más grande de la tierra sea un deporte absurdo, grotesco, injusto y corrupto. Lo respetamos y aplaudimos. Pero por favor, no le llamen Balón de Oro: Melón de Plomo nos parece más cuqui.

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