Derby

El polvo del milenio

7 julio , 2020

Han sido 4.777 noches de meditación y psicoanálisis. 4.777 noches de reflexionar a fondo sobre la convivencia, la rivalidad y la guerra. La cosa, no crean, tiene sus matices: hubo en esta ciudad periodistas que salvaron su empleo cuando Coro: con el descenso, caía la guadaña y perdían el trabajo. Hubo, por tanto, periodistas que aún recuerdan aquel gol de Coro, marcado, admitámoslo, en muy extrañas circunstancias, como uno de los que más celebraron en toda su vida, todo sea por el bárbaro de Brunat.

Pero con la madurez, las hipotecas y las ilusiones rotas, también llega algo de sabiduría. Y ocurre que un buen día uno concluyó que la mejor forma de mostrar respeto por el Espanyol, el antipático Espanyol, el fundamentalmente antibarcelonista Espanyol, es desearle todo lo peor. Y aquí nos tienen, 4.777 noches después, asistiendo a una Liga infame en que nuestro equipo ha esperado hasta el Madrigal, en pleno julio, para firmar una actuación brillante; observando los últimos compases de un campeonato que será blanco, del mismo equipo que el año pasado quedó a 20 puntos; y horrorizados ante el triste espectáculo de las aguas podridas del vestuario culer que nada quiere saber de sacar el tapón, y pese a todo, encigalats, erectos, de qué manera.

Le pareció al espanyolismo ultramontano hace 13 años y un mes que aquello era «el polvo del siglo». Mmm. No lo sé, Tomás. Desde esa noche fatal de ver a Thuram y Puyol en su gloria hemos ganado ocho ligas. Y en lo que va de siglo, 10 tenemos en la saca. No parece que aquella en concreto, que por cierto la habría ganado la soledad del talento de Messi en un vestuario que era una juerga de divorcios y separaciones, fuera tan única.

Sí parece una ocasión como para ponerse guapos la que se avecina mañana. Desde 1993 estamos sin asistir al descenso del Espanyol, 27 añitos ya; muchos no recordamos a qué sabe aquello, imaginar a la Occidentefobia humillada y perdida en desplazamientos a Lugo, a Miranda de Ebro, a dios sabe dónde. Y más aún, si me permiten y se abrochan ustedes la bragueta, cuando desde hace tiempo se asume que un descenso da acceso a una ruleta rusa en que la desaparición completa de un club está entre las opciones que ofrece el revólver.

Y todo ello en el Camp Nou. Ay, dios. Con Messi sobre el césped, el Dios del fútbol que ante un cruce de Copa de hace unos años pronunció una célebre frase: «La Copa nos chupa un huevo, pero el Espanyol, no». Ha querido el destino llevar a nuestro estadio, sin público pero con cámaras, el funeral más esperado. Dúchense a fondo, que mañana se sirve una cena, todos los comensales en bolas, que lleva 13 años y un mes metidita en el horno.

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