Ambición

Dioses y villanos

2 septiembre , 2012

La victoria de La Banda en la Supercopa el pasado miércoles debería haber abierto algún tipo de reflexión profunda sobre la salud de este Barça colosal, sobre la ambición de unos y otros. Podría haber provocado un nuevo debate sobre el cambio de ciclo -de las últimas cuatro competiciones en que se han encontrado unos y otros cara a cara, La Banda se llevó el título en dos-, o sobre la fragilidad del Barça sin Abidal, o en la necesidad de rejuvenecer a una plantilla plagada de héroes multilaureados.

Nada de eso apareció en los medios serios. Nada se escuchó en los bares. A las 24 horas, el debate ya era otro. Las tertulias volvían a sacar punta al patético personaje en que se ha convertido ese fenómeno llamado CR Ceja. Y de alguna manera, el mundo siguió igual: en el imaginario colectivo planetario, el Barcelona sigue siendo el monumento al que hay que derribar, el gran favorito a todo, la referencia. Y los otros seguían siendo el Atlético Puerto Urraco.

Y ello nos lleva a una reflexión. Los aficionados a este deporte no sólo lo son por disfrutar de los caños, los goles de volea, los tacones o los árbitros que resbalan. No sólo les atraen los insólitos caprichos del balón, los gritos, las derrotas. En este deporte absurdo también se busca otra cosa más profunda que tiene que ver con construcciones culturales milenarias. Mitos. Héroes. Villanos. Arquetipos. No se crean que eso se produce tan sólo en futboleros doctos y apolillados. No. Eso le ocurre a Toñín el Torero y al imbécil de la barretina del Camp Nou.

Esto explica que a nadie le preocupe que el mejor equipo que seguramente verán jamás se deje tantos títulos por la cuneta últimamente: han encontrado en este Barça lo que han buscado desde niños en la Disney, en compañía de los Grimm, o de Tolkien, o de los clásicos. Messi, Xavi, Iniesta, Busquets. Héroes y dioses. Paraísos y edenes. Han encontrado también villanos perfectos, réplicas de Caín, execrencias de la naturaleza en esa miseria balompédica y humana que es La Banda de los Portugueses. Mourinho. Karanka. El Tito Flo. Roncero. CR Ceja, Pepe, Marcelo, Coentrao.

Fanatismos al margen, el mundo del balón ya ha elegido: tal vez nunca se había encontrado con una representación tan exacta del Bien y el Mal. Para desgracia del pueblo culé, los futbolistas tienen un olfato privilegiado para distinguir la genuina admiración de la gente; y así Piqué o Sex saben perfectamente que juegan en el mejor equipo del mundo aunque sus actuaciones sean dignas de La Pobla de Mafumet. Esa certeza de saberse en el Olimpo, ese legítimo endiosamiento, se ha convertido una vía de agua para el equipo de Tito. Porque como decíamos, el fútbol tiene dos universos, y en el otro el balón sigue girando, y vale agarrar, escupir y mentar a la hermana, competir, alzar el título. Y ahí gana La Banda, que sabe lo que es el hambre. De ese fútbol dan cumplida cuenta As, Marca, Punto Pelota y el apartado de «Palmarés» de la Wikipedia. Del otro hablarán nuestros venideros monólogos como ancianos de memoria arrasada, cuando ya no podamos lamentarnos de toda la plata que nos dejamos por el camino.

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