Liga

Bochorno

20 febrero , 2017

Sonó triste y ochentero cuando nos oímos decir qué penalti ha metido La Bestia.

Esta noche desagradable hemos contemplamos otro registro, uno insólito, de este equipo de leyenda. Lo hemos visto en completo estado de shock, arrastrándose y angustiado. La pesadilla parisina se les ha metido en el cuerpo y ha costado ver nada reconocible en el juego de ayer. Las ganas de Rafinha y poco más. Cada jugada acababa con balón a Neymar para que hiciera magia en la banda; la falta de soluciones ha sido digna de la tenebrosa época de Serra Ferrer. De hecho, es muy posible que el partido acabara con más ocasiones del Leganés -el Leganés, cojones de dios- que del Barça. Si no es por Ter Stegen, estaríamos dictando la segunda esquela de la semana.

Después de hora y media de tortura, la situación era bonita: 1-1 en el marcador, la Champions perdida, la Liga en el filo, La Banda lanzada y el buque insignia del equipo pendiente de renovación. Entonces Neymar fuerza su quinto penalti de la temporada y Messi, con un golpeo de empeine, entre la dejadez y la rabia, la enchufa junto al palo.

Anoche sobrevivimos, bien; falta ahora encontrarnos. Toca volver a parecerse mínimamente a un equipo llamado Barça. Para volver a esa sinfonía de fútbol hace falta recuperar mil detalles que ahora mismo no están; el primero de los cuales es sencillo. Consiste en mirarse al espejo, ver ese escudo y recuperar cierta autoestima. Joder, corre el año 2017 y transitamos aún la era Messi: es a otros a quienes corresponde sumirse en terrores nocturnos.

Un espejo y nada más, que agradeceríamos muy mucho no tener que revivir el bochorno de exclamarnos ante la perfección de un penalti.

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